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Estos últimos días, a raíz de la polémica declaración de tres militares estadounidenses sobre los “no identificados” y la presunta censura de su gobierno, atendí a diversos medios de comunicación que se mostraban interesados y, al mismo tiempo, desconcertados por tamaña noticia. ¿Se estaba confirmando, “oficialmente”, el contacto con extraterrestres?, me preguntaron.

Si bien este asunto de los “encuentros ovni” de pilotos de Estados Unidos se viene ventilando desde hace varios años, lo que ocurrió el miércoles 26 de julio adquiría otro matiz: los ex pilotos Ryan Graves, David Fravor y el mayor retirado David Grusch, dieron testimonio sobre sus experiencias ovni, hoy UAPs (fenómenos aéreos no identificados), bajo juramento en el Capitolio estadounidense. Pero Grusch fue más allá del reporte de avistamientos (a estas alturas inobjetables por las evidencias fílmicas que se filtraron desde el Departamento de Defensa de los Estados Unidos). Grusch sostuvo que el gobierno posee un programa de recuperación de naves extraterrestres que se han estrellado en nuestro planeta. Que nos hemos beneficiado de su tecnología. Y por si todo ello fuera poco, que en esos aparatos se recuperaron restos biológicos no humanos. Luego de múltiples entrevistas y años bajo la lupa de los investigadores, Grusch llegaba al Capitolio.

Es importante señalar que esta información ya viene circulando desde hace décadas. Nos podríamos remitir al controvertido caso Roswell (1947) y las declaraciones del coronel Philip Corso sobre la “tecnología extraterrestre recuperada”, o el extraordinario testimonio del sargento Clifford Stone, que aseguró haber participado en un complejo programa de recuperación de naves de otros mundos.

A lo largo de mis numerosos viajes a los Estados Unidos he entablado amistad con distintas “fuentes”. Ello me ha permitido conocer, de primera mano, el testimonio de pilotos militares, científicos e incluso ex astronautas sobre la naturaleza no humana tras los esquivos ovnis. Aunque resulte difícil aceptarlo, hay algo real, poderoso y revelador tras el velo de estas declaraciones.

Pero no todo es color de rosa…

Una fuente vinculada con servicios de inteligencia me contactó a raíz de mi participación en los programas Deep Space y Cosmic Disclosure que GAIA difundió en inglés.

Esta fuente me hizo algunos anuncios que se fueron cumpliendo a rajatabla…

Quienes siguen mi trabajo están al tanto. Lo he venido informando en mis conferencias y en los directos de mis redes sociales.

Basado en mis noticias, puedo decir:

 

1.Si bien lo ocurrido el 26 de julio marca un hito en la historia de los no identificados, estamos asistiendo, en realidad, a una gran puesta en escena. Una impostura. Dentro del genuino testimonio de los pilotos se está infiltrando a otros militares que forman parte de un programa de intoxicación de información…

2.El estudio que está realizando la NASA, como recientemente confirmó Bill Nelson, su director, durante una visita en Argentina, no confirmará nada. Los ovnis seguirán siendo lo que son: objetos voladores no identificados. La hipótesis extraterrestre que intenta explicar un porcentaje de estos incómodos casos volverá a ser “cajoneada”.

3.Todo este despliegue es, también, parte de un estudio sociológico a gran escala. Ya lo hicieron durante la pandemia al publicar nuevas noticias sobre los ovnis cuando medio mundo se hallaba confinado en sus casas pegado a internet. Mi “fuente” me asegura que se recopiló mucha información proveniente de las redes sociales al medir con inteligencia artificial los “me gusta”, “enlaces compartidos”, “comentarios” y una larga cadena de impresiones sobre las noticias ovni. La “evaluación”, al día de hoy, es que la sociedad humana aún no esta preparada para una gran revelación. Menos en el actual contexto geopolítico…

 

González Corpancho con el sargento Stone, en su casa de Roswell.

 

¿Usted se siente satisfecho al ver que el gobierno de los Estados Unidos reconoce oficialmente lo que ha venido difundiendo por tantos años?, me preguntaron. De ninguna manera, les contesté.

“En primer lugar, el gobierno de los Estados Unidos no ha reconocido oficialmente nada. En segundo lugar, sería muy poco honesto atribuirnos mérito alguno por la difusión que los testigos e investigadores hemos hecho sobre los ovnis. Nadie es dueño de la verdad. Además, desde hace más de medio siglo (cité el caso de Fabio Zerpa), ya se ha venido denunciando lo mismo. Se juegan muchos intereses en ocultar lo que hay detrás de los no identificados. No es un delirio de conspiración. Se dispone de numerosas pruebas y antecedentes. Por lo tanto, considero ser prudente ante las recientes noticias y no cantar victoria. No tomaría con inocencia esta trampa que, lamentablemente, ya está seduciendo a no pocos ufólogos abrazados por el entusiasmo…”.

No estamos solos, sin duda.

Pero que no nos mientan…