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Los encuentros con los ocupantes de los ovnis no pueden ser ignorados; son demasiado numerosos…
Doctor J. Allen Hynek.
The Ufo Report.
Historia Ignorada / Junio 2019
La Puerta de Aramu Muru

Me lo he pensando varias veces antes de rescatar esta experiencia “imposible” de mis archivos. La publiqué inicialmente en mi desaparecido boletín Enlace Cósmico, y luego en mi segundo libro, “El Legado Cósmico” (Cecosami, Lima, 2000), responsable del nombre de este sitio web. He decidido, pues, volver a ventilar este asunto porque lo considero histórico. Y no exagero. Nuestras expediciones en los años noventa fueron pioneras en la investigación de Willka Uta (Puerta del Sol), tal y como le llama mi amigo Jorge Luis Delgado Mamani a ese misterioso umbral pétreo del Titicaca. Digo pioneras porque entre 1995 y 1998 realizamos distintos viajes al lugar descubriendo, entre otras cosas, su “piedra de poder” o “Intihuatana”, “sus hoyos ceremoniales” e incluso el posible mecanismo de apertura de la puerta…

Pero vayamos por partes.

 

Hayumarca: “La ciudad de los espíritus”.

Se accede al lugar desde la ruta que bordea al lago sagrado, que une Puno con Desaguadero, en la frontera con Bolivia. Ya ubicados próximos al municipio de Juli, podemos advertir extrañas formaciones visibles desde la carretera. Y en medio de ello surge la puerta, solitaria y mágica en el centro de ese bosque de piedra que hechiza con solo contemplarlo. La primera vez que pisé ese lugar experimenté una desconcertante emoción.  Su silencio, casi sobrenatural, invita a uno a apartarse. En muchos aspectos me recordó a Marcahuasi, en la sierra central de Lima. Hayumarca es, como dice su nombre aymara, una ciudad de almas, un templo abierto.

Allí los lugareños nos aseguraron que este portal se “abre” ante las personas que abren primero su corazón. La supuesta entrada, o lo que fuese, sería más espiritual que física, aunque existen algunos relatos de traspasos materiales. Como fuese, este fenómeno no ocurre siempre, pero, cuando sucede, hasta el clima responde con fuertes tormentas, como si invisibles fuerzas de la naturaleza se activaran cuando el “traspaso” está por ocurrir. Huelga decir que no hay una fecha exacta para que esto suceda, pero los más ancianos dicen que los solsticios y equinoccios son “buenos momentos” para preguntarle a la puerta…

¿Preguntarle a la puerta?

Los ancianos del lugar sostienen que ese silencioso umbral también funciona como un “oráculo”. Luego de varios viajes, investigaciones y experiencias, no dudo de ello.

La puerta no es sólo un umbral.

Es algo más...

No tenemos mayores rastros de su origen. De hecho, los especialistas dudan de su pretendida manufactura inca. Además, la historia de Aramu Muru como sacerdote del Tawantisuyo es falsa, a pesar de que se repite sin cesar en sitios de internet dedicados al misterio. No existió tal personaje en la historia conocida del Imperio del Sol. El nombre, hay que aclararlo, surge de una canalización de los años cincuenta, a manos de la controvertida contactada norteamericana “Thedra” y la posterior difusión que hará de esta información el antropólogo y esotérico George Hunt Williamson. Su libro, el famoso “Secreto de los Andes”, escrito bajo el pseudónimo de Brother Philip, dio a conocer en los años sesenta al citado Aramu Muru. Aunque el texto no menciona a la puerta de piedra del Titicaca, sí describe a Marcahuasi y al muro de Pusharo de Paititi como “lugares de contacto”. La obra de Philip será una influencia enorme en los futuros grupos de contacto de Latinoamérica.

La historia de Aramu Muru, pues, es compleja de analizar. El sacerdote de la desconocida Hermandad de los Siete Rayos habría elegido la puerta del Titicaca para depositar allí un secreto que hasta el día de hoy no ha sido desvelado. ¿Es Willka Uta, efectivamente, una puerta interdimensional hacia otras realidades?

Mientras examinaba la puerta y tomaba medidas de la misma pensaba en todo esto. Resultaba una historia imposible.

Entonces, en ese primer viaje advertí algo curioso: casi al centro del pequeño pórtico se podía apreciar una honda marca circular. ¿Cuál era su función? Esa horadación no se me antojo un accidente. Más tarde, hablando con chamanes locales, me afirmaron que allí estuvo engarzada una piedra de poder, un verde cristal que fue retirado para “apagar” la puerta. Un cristal que, según ellos, fue arrojado a las profundidades del lago Titicaca por el “cuidador” del templo de piedra ¿Se referían al esquivo Aramu?

En una nueva expedición, en 1996, niños del pueblo nos contaron que un grupo de personas, vestidas con túnicas azules y blancas, se inclinaban ante la puerta cantando unas palabras extrañas, que entendí podrían ser mantras. Los pequeños nos narraron que tres de esos visitantes hacían un ritual frente a la puerta: un hombre vestido de blanco, al centro, permanecía arrodillado, y los otros dos acompañantes, vestidos de azul, en los extremos. Pero eso no era lo más insólito. Uno de los niños del lugar, que observó todo escondido detrás de unas rocas, nos juró que vio abrirse la puerta. De su interior, según él, salía como una niebla y al mismo tiempo una luz muy brillante. Entonces el hombre vestido de blanco ingresó, y luego de algunos minutos, salió cargando dentro de un saco lo que el niño supuso eran objetos metálicos por el sonido que emitían al moverse dentro de la bolsa.

Si había algo de verdad en este suceso, tenía claro que aquellas figuras ataviadas con túnicas frente a la puerta no eran “turistas esotéricos”... En esa época la puerta era desconocida. No existía “Alienígenas Ancestrales”. En esos años History Channel daba sus primeros pasos y no hablaba de estos temas.

¿A quiénes vio el niño?

Lo que más me sorprendió es que el pequeño describió algo que nosotros mismos habíamos considerado por una "intuición", una "corazonada" que se activó al visitar por primera vez el lugar. No sé cómo explicarlo, pero “sabíamos” que el pequeño marco que los visitantes denominan “puerta” era, en realidad, un altar donde el caminante debe arrodillarse, como en un templo. La “puerta” en sí es el marco grande, de unos siete metros de altura, un acceso diseñado para un gigante... De la misma forma supimos que la marca circular en la pared de roca, en donde según la tradición se hallaba el ya mencionado cristal verde, podía ser “activada” con la psiquis del visitante. Al arrodillarse, la cabeza queda apoyada en esa huella; para ser más exacto, la frente. “Supe” así, también, que la glándula pineal podría “reemplazar” al desaparecido cristal verde para hacer “hablar” a la puerta.

¿Cómo me estaba llegando esta información? ¿Estaba delirando?

Más tarde confirmé que el misterioso cristal era mencionado en la tradición andina con el nombre de “Umiña” (“esmeralda” en quechua). Quienes conocen mis investigaciones sobre la piedra de Chintamani de Roerich sabrán lo que esto significa…

El desaparecido cristal, pues, “abría” la puerta. Permitía al sacerdote ingresar al templo interior que supone ser Hayumarca. Pero con la ausencia del objeto mágico será el potencial psíquico del aspirante quien aporte la pieza clave para penetrar la membrana que separa el mundo de los sabios intraterrenos de nuestra realidad efímera. Todo esto puede sonar descabellado. Pero los ancianos de los Andes lo saben. Saben que esas “puertas ciegas”, aparentemente muertas o dormidas, pueden ser cruzadas por un peregrino que vea más allá de sus ojos físicos. Probablemente, por esa razón, la Puerta de Aramu Muru ha permanecido en silencio ante la expectativa del profano.

 

Nuestra expedición de 1998

Elard Pastor y yo nos encontrábamos recorriendo el bosque de piedras. Para mí, volver a este lugar era un regalo. Nuestro objetivo era ubicar alguna anomalía en medio de la orografía natural del lugar. Algo “artificial” como el evidente marco de Aramu. Vimos entonces un espigón de piedra, surgiendo sobre la mole en donde descansa la puerta (ver foto abajo). Elard halló el camino para llegar allí y quedamos alucinados. Frente a nuestros ojos teníamos a un indiscutible Intihuatana: una punta de piedra que se yergue sobre otra más o menos plana y que en el pasado servía para estudiar los movimientos del Sol y "atar el tiempo". El de Machupicchu es famoso. Uno de los pocos que sobrevivió a la destrucción de los conquistadores españoles por relacionarlo con un culto mágico.

Para los chamanes, los intihuatanas eran pequeños wankas que marcan puntos de marcada importancia energética.  Lugares sagrados…

Este viaje era diferente a otros porque, siguiendo nuestras anteriores investigaciones, decidimos hacerlo coincidir con el solsticio de verano austral del 21 de junio. Sabíamos de que esa fecha era una posible coordenada, como también se repite en el equinoccio de septiembre.

En fin, recuerdo que ese día nos la pasamos recorriendo el lugar por enésima vez, una investigación muy productiva porque hallamos hoyos ceremoniales, cuevas, símbolos, y hasta una pequeña puerta sin terminar en una pared de roca. Todo ello está documentado fotográficamente.

Así, esa tarde, decidimos poner en práctica todo lo aprendido e intentar una conexión con la puerta. Luego de meditar en el recién hallado “Intihuatana” y en otros emplazamientos especiales de Hayumarca, nos desplazamos a la puerta siendo las 7:00 pm. Todos habíamos “sentido” y “recibido” que a esa hora algo sucedería.

Menuda decisión...

Cerca de la hora marcada el cielo se nubló. Espantosas nubes negras se colocaron sobre nosotros y se desató una de las tormentas más potentes que he visto en mi vida. En medió del tremendo aguacero y el sonido ensordecedor de los truenos, que parecían danzar juntos con los rayos que sin exageración alguna caían a contados metros de nuestra ubicación, se sumó, para coronar la escena, una lluvia de granizo. Realmente de respeto. Para que el lector tenga una idea, nos veíamos obligados a sostener las tiendas desde dentro ya que el viento que formaba parte de la tormenta amenazaba con arrancarlas del suelo.

Pese a todo ello enfrentamos la situación con calma. Y, mientras sosteníamos desde dentro las bamboleantes tiendas de campaña, golpeadas sin piedad por la lluvia, el granizo y el viento, llevábamos a cabo una meditación. Ni la incomodidad ni el ruido nos detuvieron. Entonces todo cesó. Solo quedó una sutil lluvia y el destello de los relámpagos.

Salimos de las tiendas con nuestros sobretodos de plástico. Eran las 7:00 pm.

Uno a uno fuimos ubicándonos frente a la puerta. Los seis miembros de la expedición tendríamos la oportunidad de arrodillarnos, uno a uno, en el altar o pequeño pórtico de piedra mientras otros dos de nosotros se turnaban en los flancos: unas largas hendiduras que sugieren una suerte de “columnas convexas” (examinar foto arriba con tres personas en la puerta). Un "mecanismo" que descubrimos sin imaginarnos de que décadas más tarde sería repetido por viajeros de todo el mundo.

El primer turno le correspondería a Elard. Y sorprendidos, quiénes estábamos tras él observando todo, tuvimos toda la impresión de que nuestro amigo “desaparecía”. Igual ocurriría con los otros miembros del grupo…

¿Qué estaba sucediendo?

Cuando llegó mi turno, me acerqué lentamente al umbral que parecía brillar en medio de una sutil neblina luminosa. Una vez arrodillado, empecé a acariciar lentamente la roca, como lo vi hacer a los machiguengas en el muro de Pusharo, en nuestra expedición al Paititi de 1996. Acto seguido observé extrañas imágenes de Hayumarca, escenas que parecían corresponder a un pasado remoto. Era una intensa “visión”: las orillas del Lago Titicaca se hallaban muy próximas al complejo rocoso y seres altos de aspecto nórdico, vestidos de forma extraña, diría “ceremonial”,  caminaban en medio de las rocas. Sentía que había información en esta visión más allá de la imagen. Información que no comprendía en ese momento pero que sentí estaba siendo “grabada” en mí.

Luego de ello, por un impulso, decidí cortar mi “conexión mental” con esta situación.

⎯¿Por qué no puede ser físico? ⎯me decía, a manera de un reproche.

⎯Porque aún no están preparados ⎯me habló una voz, sorprendiéndome...

En una clarísima imagen mental se me mostraba un hombre alto, de aspecto nórdico y mirada firme. Vestía un traje color plata y sobre la cabeza llevaba un extraño casco metálico. Aquel ser se presentó con el nombre de Azur-Mah.

⎯¿Por qué no estamos preparados para ingresar físicamente?, consulté.

⎯Compruébalo por ti mismo... ⎯contestó tajante.

Entonces la roca empezó a vibrar... Y mis dedos sobre ella también… No quería desaprovechar la ocasión, así que me concentré en lo que sucedía, percibiendo cómo la piedra parecía palpitar, hasta el punto de cambiar su textura.

De pronto, y no sé cómo explicarlo, la roca se “abrió”, físicamente, tan rápido y sorpresivo, que por mi posición de apoyo en la pared mi cabeza cayó hacia adelante, en donde se había abierto una entrada conectada a una suerte de habitación subterránea parcialmente iluminada. En aquel súbito vistazo, imprevisto, tuve un temor inenarrable, aprensión de no poder afrontar con calma esta situación. Todo ello fue en un instante. Inmediatamente a esto, me volví hacia atrás por acto reflejo, y la puerta, en un abrir y cerrar de ojos, se cerró.

⎯¿Comprendes ahora? ⎯me habló amablemente aquel ser.

⎯Sí...⎯contesté⎯. Pero, ¿cuándo estaremos listos para penetrar esos templos interiores?

“Aún deberán realizar una serie de conexiones, y comprender. Luego de que cumplan con esta parte del trabajo, como una reacción en cadena, las puertas de esos templos se abrirán de par en par para los comprometidos de siempre. Encuentren en este viaje la clave que les demarcará el camino. Es sólo el principio”.

Luego de esto, salí de la puerta profundamente conmovido.

Al compartir nuestras experiencias uno de los miembros de nuestra expedición, Iván Salas, hizo un comentario que personalmente me asombró: “Se me presentó un guardián de Hayumarca ⎯comentaba risueñamente⎯, y me dijo que aún no estábamos preparados para ingresar físicamente al templo interior. Que en otra ocasión sería..”

⎯¿Y que hiciste? ⎯intervine atento al ver que Iván había recibido el mismo mensaje que yo en su conexión con la Puerta de Azur-Mah, “Aramu Muru”.

⎯¿Qué hice? ⎯contestó con su habitual desenfado y sentido del humor⎯. ¡Le pedí a ese ser que por lo menos alguno de nosotros pudiese meter la cabeza!

El grupo echó a reír, y yo no sabía cómo abordar mi experiencia que más allá de lo anecdótico, demostraba que esos seres de Hayumarca existen, y que intentaron hacernos comprender un importante mensaje que me ha guiado por el mundo todos estos años: estos viajes no son aventura ni entretenimiento. Es un compromiso con algo puro y superior.

Una responsabilidad que solo comprende aquel que camina...

Arriba: rostro de piedra cerca a la Puerta de Aramu Muru. Le llamamos "El Guardián Enterrado".

 

Ricardo González y Jorge Luis Delgado Mamani.

Delgado es el principal difusor de Willka Uta.

 

NOTA: En el hilo de esta información, sugiero leer el siguiente artículo:

http://www.legadocosmico.com/articulo.php?page=el-verdadero-secreto-de-los-andes

 

 

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