Los nativos comechingones, los "runa camiare" de las sierras de Córdoba, constituyen todo un misterio. Esta etnia, sin duda los “padres espirituales” de Capilla del Monte, tuvieron adoratorios en el cerro Uritorco, en la gruta de Ongamira, en los Terrones y en los Mogotes, entre otros enclaves de contacto que hoy en día son frecuentados por distintos grupos que llegan a mansalva al valle de Punilla. Pero hay otro espacio digno de visitar fuera de esta maravillosa región: Cerro Colorado, un poderoso santuario natural y arqueológico situado a unos 193 kilómetros de Capilla del Monte.
El autor en Cerro Colorado.
¿Representación de "chamanes" en Cerro Colorado? (Foto: Ricardo González).
Esta reserva, antiguo centro espiritual de los comechingones, tiene unas 3.000 hectáreas de superficie. Allí reposan la mayor parte de sus pictogramas, que se pueden apreciar con claridad en el alero de la base del cerro, además de otros lugares, incluyendo campos privados que personalmente pude explorar. En esas pinturas rupestres, que albergan miles de motivos, se observan hombres vestidos con posibles trajes chamánicos. No en vano, los estudiosos piensan que los aborígenes de estas sierras tenían profundas creencias espirituales, iniciados en el conocimiento de los diferentes "mundos", en donde el “Sol Místico” era su emblema. Es el tema que nos ocupa en este breve artículo.
Desde hace mucho tiempo se afirma que una enorme figura de un sol, tallada en piedra, el mítico "Sol de Intihuasi”, se hallaba allí, en Cerro Colorado, hasta que fue arrancada de la mole pétrea que lo albergaba por investigadores ingleses. El relato sostiene que la pieza habría sido llevada a Inglaterra y depositada en una galería oculta del Museo Británico...
El famoso y respetado poeta, escritor, músico y cantautor argentino, Atahualpa Yupanqui, hace referencia a este tema en su libro “El Canto del Viento” (1980), al decir:
“...Así fue que se produjo, hace treinta años, la llegada de los señores Gardner desde Londres. Estos ingleses estuvieron meses enteros entre chañares, picachos y vertientes, anotando, copiando, oteando constelaciones en las noches. Fue de ello el primer libro importante, nutrido, sobre Cerro Colorado. ¡Pero se llevaron el Sol de Inti-Huasi, descuajado de la mole pétrea…”
Y muchos años antes el Dr. Rodolfo Martínez, ex Rector de la Universidad de Córdoba, había escrito en el prólogo del libro “Córdoba Histórica” (1943) de Ferrari Rueda estas inquietantes líneas:
“…No falta tampoco al referirse a las pictografías y petroglifos, el recuerdo del episodio de que en la Casa del Sol, el arqueólogo inglés Gardner, horadó la piedra y se llevó el Sol de los comechingones al Museo de Londres. Lo que probaría la preocupación por la investigación científica de otras naciones y la despreocupación nuestra por cuidar los restos de la civilización que alumbró en época lejana, desde el Cerro Rojo, la belleza serena de los valles y el manchón verde y azul de la montaña…”
La roca con esa representación del “Sol Rojo” de los comechingones habría sido sacada de la Argentina en los años veinte, según se afirma, entre 1923 y 1926. El “villano” habría sido un tal “John” o “Samuel” Gardner -yo mismo lo he mencionado como “Samuel” en uno de mis anteriores libros-. Pero lo cierto es que su verdadero nombre era George Alexander, contador de origen escocés radicado en la Argentina, pero también un gran arqueólogo aficionado que publicó sus trabajos en la Universidad de Oxford. En fin, el asunto es que los académicos argentinos dudan de su supuesto robo en Cerro Colorado. Argumentan que Gardner amaba las sierras de Córdoba. Además, los arqueólogos catalogan de “leyenda” la existencia del “Sol Rojo” en Intihuasi, pues no hay ninguna evidencia que lo sustente, solo los relatos. Por si todo ello fuera poco, en el Museo Británico no se encuentra actualmente ningún elemento arqueológico de la Argentina. ¿Acaso todo fue un mito? ¿Atahualpa Yupanqui, el rector de la Universidad de Córdoba y el propio Guillermo Alfredo Terrera patinaron con esta información? ¿O realmente hubo algo detrás de estos acontecimientos? De momento no hay prueba alguna de la existencia del supuesto petroglifo robado. Lo que está claro es que los runa camiare constituían una comunidad mística y su legado ha llegado hasta nosotros. Sus pictogramas de la reserva de Cerro Colorado los muestran como hombres conectados con la naturaleza. Y allí, en su gran biblioteca rupestre, vemos muchos "soles", pictogramas que para algunos aluden al astro rey, el Inti de los incas; para otros, tal vez, fosfenos que fueron representados bajo la influencia "alucinógena" del cebil; y no pocos se arriesgan a señalar que esas figuras eran las entidades espirituales que, en forma de pequeños soles o energías concentradas, se manifestaban antes los chamanes e iniciados.
Se dice, que ese fenómeno sigue ocurriendo...
El autor con supuestos "morteros" en Cerro Colorado. En realidad eran "ojos de agua" para ser usados como observatorio astronómico. Este emplazamiento estaría "alineado" al Cinturón de Orión.