Mensaje recibido en Talampaya, Argentina. 21 de marzo de 2021.
Fotografía de Cristian Belluco. Ricardo González adentrándose en Ciudad Perdida, Talampaya (La Rioja, Argentina).
Confiar es algo más que una respuesta del ser humano cuando los caminos se bifurcan.
Confiar es una manifestación que puede nacer del deseo, de una ingenuidad, o de una certeza interior. Esa certeza surge como un destello porque se basa en el conocimiento: la consciencia de los mecanismos superiores.
Las puertas se abren no solo cuando se cree, sino también cuando se sabe. Cuando se comprende.
Ciertos momentos históricos de la Tierra, que estarán enlazados a desafíos personales, requerirán de esa confianza de la que les hablo. Esa certeza interior que se sostiene en el conocimiento.
Y será en el momento cumbre, cuando solos se sientan, que esa luz les guiará.
Cuentan con el acompañamiento y asistencia necesarios. Pero las tareas venideras exigen que den el gran paso por sí mismos.
No confundan, pues, prudencia con miedo. Ni valentía con irresponsabilidad. Sigan lo que ilumina y armoniza. Y ello sellará el pacto marcado de antiguo.
El tiempo continuará transitando en sus múltiples variables. Esta coyuntura seguirá afectando sus decisiones y planificaciones. Pero no olviden que los pequeños logros constituyen valiosas lecciones que desencadenan infinitas posibilidades en el futuro de la especie humana. No se subestimen. Un humilde paso puede ser como una luciérnaga, que alumbra en la oscuridad, en medio de la tempestad.
Confíen hasta el final. Y entonces podrán evaluarse por completo. Cuán listos estaban. Si mantuvieron adecuadamente la preparación. Una preparación que no solo se debe cimentar en el compromiso con el plan mayor, la constancia en el camino y la disciplina. Además, es importante que no descuiden la naturalidad y la alegría. Todas estas características deben estrecharse de la mano. Así, serán más fuertes y luminosos.
Confíen.
Emuriel