Foto: Ricardo González en el "Portal de Shambhala", desierto de Gobi, Mongolia.
“¿Cómo es posible que aun exista gente que crea en la paz mundial? ¿Acaso no ven las noticias? ¿En qué mundo viven? Mientras promueven meditaciones por esta causa perdida, y un sinfín de actividades para concienciar a un público sobre la necesidad de la paz, niños siguen muriendo, continúan los atentados, guerras, inseguridad… La paz es una utopía…” (Comentario privado en Facebook).
Comentarios como el que acabamos de ver me han inspirado a redactar este breve artículo sobre la paz. Leo este tipo de opiniones con cierta frecuencia y, a pesar de esa aura pesimista que las rodean, comprendo la preocupación por la situación actual de la raza humana.
La paz no es una utopía. Nuestra naturaleza como seres espirituales se basa en la pureza. Recuperar ese estado, “recordar”, no es ir a contramano en la avenida de la vida, sino volver a casa.
Es cierto que las experiencias humanas en este planeta nos han llevado a enredarnos en el mundo de la mente, en donde la envidia, la soberbia, el miedo, o la violencia, nos han empujado a librar las guerras más cruentas y las conjuras más terribles. Pero el ser humano no es solo eso. Una cosa es estar concientes de que llevamos miles de años como especie peleando entre nosotros, y otra muy distinta perder la esperanza de una humanidad hermana que logra volver a sus orígenes.
En la expedición al Altái ,que realizamos en Siberia en agosto de 2014, Emuriel, un ser de luz que está en contacto con nosotros desde el viaje que realizamos al desierto de Gobi en 2007, nos dijo sobre la paz:
“La paz es un estado natural del alma, una manifestación del universo que se basa en el balance, la quietud, la consciencia, el respeto por la vida y el conocimiento. La paz es un indicador de evolución hacia la Luz luego de haber superado el conflicto y la resistencia; de haber dejado los miedos luego de transformarlos en una herramienta de autoconocimiento. Cada alma en el universo vibra en este estado natural. Sin embargo, al tomar cuerpo físico, como ocurre con la experiencia humana, el alma podría olvidar su esencia y esta regla de vida. Por ello, es importante activar la Clave del Recuerdo, para volver al origen, a la naturaleza del alma que es la paz”.
Desde un principio, los seres que nos contactan nos advirtieron que la misión principal del hombre es volver a ese equilibrio que se basa en el espíritu de la paz. Vibrar en ese estado no es desconectarse de la realidad mundial, sino hacer todo lo posible por contribuir en ese proceso de “volver a casa”, sin estar cruzados de brazos criticando el camino de otros.
Quienes nos hallamos identificados con esta tarea, trabajamos en tres frentes distintos:
1. El trabajo personal. Es el pilar fundamental del camino conciente por la paz. Gandhi decía: “Si estás en guerra contigo mismo, estarás en guerra con todo el mundo”. Es procurar hallar el balance interior, superando aquellas pruebas que nos pueden alejar de nuestro remanso. Todos los caminantes enfrentamos circunstancias que nos amenazan con sacarnos del eje. Podemos reaccionar equivocadamente ante cosas que nos duelen. Podemos caer. Podemos lastimarnos y con ello hacer daño a otros. Sin embargo, así como una hoja flota con el viento, es posible hallar la calma en el suave viento del silencio interior, un “silencio” que dice mucho, que “habla” cuando nos decidimos a “apagar” el ruido. Entonces superamos esas reacciones que todos tenemos. Hallamos el sendero. Volvemos a casa.
2. Servicio por la paz. Si bien el autoconocimiento y el camino interno de la paz es fundamental, esta tarea debe involucrar el entorno, empezando por nuestra familia. ¿Cómo podemos decir que estamos en paz, o que nos hallamos identificados con ella cuando no nos hablamos con un familiar o tenemos heridas no sanadas con nuestra tribu humana? El servicio por la paz empieza con la familia. Es entonces cuando esta misión se extiende a otros círculos. Allí empieza la acción, que se basa en la caridad, la compasión, y todo tipo de ayudas concretas por los demás. Siempre lo hemos dicho: solo meditando no se ayuda al mundo. Una acción de amor mueve al Universo.
3. La conciencia de la paz. Este escenario involucra diversos trabajos, desde la difusión de aquellos conocimientos que inspiren al hombre a redescubrir su misión, a meditaciones masivas –que no se basan en un delirio, sino en estudios científicos sobre la masa crítica– para envolver en luz al mundo en situaciones de crisis, peregrinaciones por la paz, entre otras actividades. Nuestra reciente expedición al Altái-Gobi promovió una meditación por la paz el 1 de agosto, el Día de la “Pachamama” (Madre Tierra). A través de redes sociales más de 150.000 mil personas de todo el mundo se sumaron. “Fracasaron” –nos escribió alguien–, luego de su viaje el mundo sigue igual de violento…” Precisamente por estas expresiones de impotencia y desaliento hay que seguir difundiendo la cultura de la paz, tal y como lo soñaba Nicholas Roerich, con la intención de que el hombre no caiga en el pesimismo, el miedo, y que no se pierda las cosas maravillosas que sí están sucediendo.
Como una reflexión, cito algunas frases célebres sobre la paz, pero dichas por humanos de este hermoso planeta. La paz empieza cuando decides creer en ella…
Ricardo González
Algunas frases de Paz
“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.” Madre Teresa.
“La paz comienza con una sonrisa”. Madre Teresa
“No estás deprimido, estás distraído, distraído de la vida que pueblas. Distraído de la vida que te rodea: delfines, bosques, mares, montañas, ríos”. Facundo Cabral
“El fin de la historia será el comienzo de la paz: el reino de la inocencia recobrada”. Octavio Paz.
“Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza”. Antonio Machado
“Un espíritu débil es incapaz de perdonar. El perdón es virtud de los fuertes”. Gandhi
“No hay camino para la paz, la paz es el camino”. Gandhi
“Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz”. Albert Einstein.
“La paz en la Tierra, anhelo profundo de los seres humanos de todos los tiempos, no se puede instaurar ni consolidar si no es dentro del pleno respeto del orden establecido por Dios” Pacem in Terris. Juan XXIII.
“Recuerda: mucho mejor que un millón de razonamientos mentales es sentarse y meditar en Dios hasta que sientas la calma en tu interior.” Yogananda
“Lo decisivo para traer paz al mundo es vuestra conducta diaria”. Krishnamurti.
“Si no estamos en paz con nosotros mismos, no podemos guiar a otros en la búsqueda de la paz”. Confucio.
“Todo pasa; sólo la serenidad permanece”. Lao Tzé.
“Allí donde el agua alcanza su mayor profundidad, se mantiene más en calma”. Shakespeare.
“Donde hay paz, hay cultura; donde hay cultura, hay paz”. Nicholas Roerich
“La paz es hija de la convivencia, de la educación, del diálogo. El respeto a las culturas milenarias hace nacer la paz en el presente”. Rigoberta Menchú.
“Estamos en este mundo para convivir en armonía. Quienes lo saben no luchan entre sí”. Buda.
“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Jesús.
“Imagina a toda la gente viviendo la vida en paz…” John Lennon.