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“He visto muchos contactados que han terminado mal psíquicamente”, me comentó una vez el ya referido periodista e investigador español J. J. Benítez. Mi buen amigo tenía razón. No obstante, considero que estas desdichadas consecuencias en el testigo de un encuentro cercano se deben a múltiples razones, como puede ser el tipo de experiencia que enfrentó o la manera en que decidió vivir y procesar el poscontacto.
A ver, hay personas que se han vuelto locas luego de un grave accidente, un divorcio o la muerte de un familiar, no por un contacto con alienígenas. Creo que queda claro: el tema principal es la mente de cada individuo y cómo esta reacciona a eventos traumáticos. No le echaría, pues, la culpa a los extraterrestres de todas las consecuencias indeseadas. Exploraría más la psique del contactado y me preguntaría por qué esos seres lo eligieron para un acercamiento.
También es imperante analizar, en el caso de un contacto fraterno sostenido en el tiempo, si el contactado descuidó la preparación sugerida, que, más allá de cualquier técnica mental, debe involucrar, por encima de todo, reflexión, autocrítica y un estilo de vida equilibrado. Simplemente coherencia. Entonces, ¿cómo se puede trabajar en ese aspecto? Considero que lo recomendable es cabalgar con la rienda corta. Estar atento a todo y nunca desestimar la observación acuciosa de uno mismo. Si el contacto ha sido una experiencia positiva y, sin embargo, con el tiempo los recuerdos empiezan a atormentar al testigo, ellos mismos se alejarán para no afectar más al contactado. Los extraterrestres comprenden que el ser humano es una criatura impredecible y por ello procuran manejarse con suma prudencia. Lo extraordinario es que, pese a haberse interrumpido el enlace con un contactado estresado, en su terquedad, este podría entrar en un loop y fabricar en su cabeza una comunicación fantasma... Su obstinación será tal que ni se preocupará en confirmar la vigencia del vínculo con los extraterrestres. No quiere. No le interesa. Está ahogado en un remolino. Los extraterrestres, por esta y otras razones, examinan la citada "firma personal" de cada testigo potencial, aunque ello no es garantía de que el contactado suelte la rienda y pierda el control, desbocándose.
Para el lector, quedará claro la vital importancia de la autobservación. El contacto nos adentra en una experiencia de intercambio con otras inteligencias y, por ende, debe significar un impulso en nuestra evolución de la consciencia, no en el desvarío.
Fragmento de Protocolos de Contacto, de Ricardo González Corpancho, Editorial Tesseractum.