Habitualmente, cuando se investiga y difunde el fenómeno de los no identificados, los detractores de turno saltan como leche hervida para sentenciar: son aves, insectos, satélites, reflejos, o fotomontajes. Pero les entiendo. Buena parte de lo que circula en internet y YouTube les da la razón. Mas no siempre…
Tras décadas de afrontar e investigar estas experiencias con el fenómeno ovni y participar de numerosos congresos sobre el tema en distintos países, así como entrevistas en televisión con periodistas escépticos –incluyendo debates con científicos y militares–, me he reafirmado en que el fenómeno ovni no es un asunto de creencias, sino de información. Y muchos de sus críticos caen en esa trampa de “poner todo en el mismo saco” al no haber investigado, en profundidad, lo que este importante tema involucra para la humanidad.
Edgar Mitchel, el legendario Capitán del Apolo 14, me dijo en su casa de Florida que muchos científicos saben que un porcentaje de esos avistamientos ovni están conectados con inteligencias “no-humanas”, pero no se animan a dar a conocer sus pesquizas por temor a ser atacados, de perder su reputación y hasta las subvenciones que reciben para sus proyectos. No es un delirio “conspiranoico”. He escuchado esta afirmación de labios de otros científicos y militares en actividad.
Sin embargo, como ya dije líneas arriba, el material fotográfico con supuestos ovnis que circula en las redes es tomado por los “debunkers” como caballo de batalla para cuestionar todo lo que involucre la presencia de “aquello”.
En nuestro equipo de trabajo analizamos las fotografías con profesionales. Operamos distintos equipos de visión nocturna, drones y software especializado para el seguimiento de artefactos en el cielo. Además, hemos invitado a importantes investigadores a exitosos encuentros ovni que han sido registrados. Ciertamente hay que separar el grano de la paja. A continuación, citaré tres ejemplos concretos de clásicas confusiones en el cielo.
1. Satélites y la ISS
En noches despejadas es muy sencillo distinguir el paso de un satélite. Una débil luz, como una pequeña estrella, se moverá lentamente en el arco celeste. Los satélites son visibles porque reflejan la luz solar. Estos ingenios se pueden clasificar por su peso, órbita, altitud o excentricidad. También por sus funciones. Se estima que hay más de trece mil satélites orbitando la Tierra. Unos cuatro mil quinientos estarían en plenas funciones –el resto se cataloga como basura espacial–. Un observador sin experiencia, al detectarlos en el cielo nocturno, podría pensar que está viendo un “objeto volador no identificado”. La confusión puede ser mayor si el satélite refleja con fuerza la luz del Sol en algún momento de su trayectoria, dando la sensación al observador en tierra que el objeto “se hinchó de luz”. También hay resplandores aleatorios en el cielo nocturno que podrían corresponder a los “Iridium Flares”: un enjambre de satélites de comunicaciones que reflejan la citada luz solar en sus antenas o paneles, generando un destello capaz de ser visto en tierra. Por si todo esto fuera poco, la Estación Espacial Internacional –que tiene el tamaño de una cancha de fútbol y sobrevuela al planeta a una distancia de 400 km–, conocida como ISS (del inglés International Space Station), en determinados momentos se puede manifestar como un importante lucero recorriendo el cielo. No todas sus pasadas son visibles, pues para verla es necesario que en el suelo sea de noche pero la ISS esté iluminada por la luz del Sol. Esto suele ocurrir poco antes del amanecer o poco después del anochecer. Muchos entusiastas del fenómeno ovni se han confundido con el paso de la ISS.
Ahora bien, para un observador experimentado, es muy sencillo identificar los ingenios que el hombre puso en el espacio. Muy distinto son los auténticos objetos “anómalos” que vuelan en formación, que cruzan el cielo a mayores velocidades –sin tratarse de bólidos u otros fenómenos celestes–, trazando zig-zags o haciendo cambios bruscos en el movimiento. Otra cosa son objetos que se iluminan o destellan respondiendo estímulos mentales del observador, o las señales que se les hace con un láser. Y ni hablar de aquello que se mueven con elegancia cerca de las cumbres de los cerros o muy próximos a tierra, descartando, obviamente, la observación de un satélite u otro objeto conocido –un satélite de órbita baja (LEO: Low Earth Orbit) orbita la Tierra a una distancia de 160-2000 km–. Además, hoy en día se dispone de una gran cantidad de aplicaciones para el seguimiento de Geo-Estacionarios, Iridiums, la ISS, incluso con la posibilidad de hacer un tracking histórico de anteriores pasos para la verificación.
Arriba: Hoy se dispone de muchas aplicaciones para identificar Iridiums Flares, el paso de la ISS y la trayectoria de satélites.
2. Aves e insectos
Uno de los casos más interesantes del estudio de los “no-identificados” son los “ovnis fortuitos”. Veamos este ejemplo: un mochilero posa en el cerro Uritorco, se saca una selfie con su teléfono móvil y, al revisar la imagen que acaba de tomar, advierte un objeto “posando”, un “invitado” que se coló en la foto. ¿”Aquello” es una nave extraterrestre? ¿O solo se trató de un insecto? Al margen de los numerosos casos genuinos de avistamientos ovni que se han reportado en el Uritorco y otros puntos especiales en todo el mundo, también abundan confusiones con insectos, aves, bolsas arrastradas por el viento y hasta basura. Como el objeto sale fuera de foco al colarse en movimiento en la fotografía, su forma original se distorsiona y se ve borroso. Pero un especialista puede analizar correctamente la imagen, incluso al punto de reconstruir al verdadero intruso en la fotografía con filtros de un software dedicado. Pero casi siempre esto se detecta con una simple inspección visual. Es importante estudiar cuidadosamente la fotografía en todo su contexto, empezando por los parámetros de referencia –como montañas, árboles, construcciones, para luego estimar las dimensiones reales del objeto captado–, así como la incidencia de la luz del Sol u otra fuente de iluminación. Hay que tener en cuenta que si no hay mayores parámetros de referencia uno puede atribuir proporciones equivocadas al objeto captado en la foto. Podría ser un pedazo de hoja que el viento hizo pasar cerca del lente en el momento de accionar el disparador. Con el caso de las aves e insectos la identificación es muy fácil porque se suele apreciar una “protuberancia” o “distorsión” en torno a su cuerpo principal: las alas en movimiento...
3. Reflejos.
Probablemente esta sea la causa de mayores confusiones, tanto en imágenes fortuitas como en tiempo real. He visto casos en donde los testigos afirmaban presenciar la “manifestación de una ciudad interdimensional” a través de la “danza de intensas luces naranjas o doradas en el horizonte y en parte del cielo”. Eran el reflejo de los coches que pasaban por una ruta y hasta la luz de pueblos vecinos que “rebotaba” en el desolado paraje.
Un caso típico de confusión es cuando el observador toma imágenes de atardeceres. La luz de Sol entra en la cámara que actúa como un prisma y produce el famoso “lens flare”, que muchas veces ha sido interpretado como “ovnis de plasma” o “eventos de puertas dimensionales”. Este fenómeno sucede con todo tipo de cámaras, especialmente con las que traen los modernos teléfonos móviles.
Cualquier foto que se oriente hacia fuentes de luz –el Sol, la Luna, lámparas, linternas– podría involucrar estos reflejos que toman figuras caprichosas: desde pelotas verdes brillantes a rombos violetas. Y un detalle más: los reflejos también involucran usar el flash en entornos nublados o húmedos, en donde la luz emitida por el flash de la cámara rebota en partículas de humedad generando “falsos orbs” (Ver artículo: http://www.legadocosmico.com/articulo.php?page=orbs-mensajeros-espirituales-de-otros-planos).
Arriba: un "lens flare" se muestra al enfocar la cámara hacia el Sol.
Confusiones diversas
A todo lo anteriormente explicado podríamos añadir:
-Drones (fácilmente identificables por sus luces de reglamentación, claramente visibles por la noche. Tienen corta autonomía de vuelo).
-Aviones volando a gran altura (debido a ciertas condiciones climáticas, como el viento, no siempre se escucha el ruido de las turbinas, pero su movimiento es claramente identificable). En este apartado también podríamos añadir artefactos militares o de experimentación.
-Globos (especialmente los experimentales, como el caso del proyecto de internet inalámbrico de Google Loon, un globo de helio ubicado a 20 km. de altura que fue confundido en varios países como un avistamiento ovni. Ver imagen abajo).
-Planetas y estrellas (a estas alturas no debería estar listado, pero aún existen confusiones en donde se piensa que Venus, tan brillante en el cielo, es un ovni, o que la estrella Sirio, con 25.4 de luminosidad, una de las grandes referencias en el cielo nocturno, es en realidad una “nave camuflada”…).
-Fenómenos metereológicos (entre ellos es de destacar los “Rayos Globulares”, también conocidos como centellas: una suerte de rayo en bola o esfera luminosa relacionado con potentes tormentas eléctricas).
No todo lo que brilla y se mueve en el cielo es un ovni en el rigor de lo que significa el término: un objeto volador no identificado. Pero también, hay que decirlo, se disponen de evidencias de objetos anómalos que no encajan en todo lo que analizamos anteriormente.
De cuando en cuando, algún “genio” aparece en las redes sociales para tratar de explicarnos lo que hace tanto tiempo investigamos. Aunque les irrite, al margen de las citadas confusiones, hay suficientes indicios de que algo nos observa… Quienes lo hemos vivido no tenemos dudas.
El tiempo, como siempre, pondrá las cosas en su sitio, como le pasó al bueno de Ernst Mach (1838-1916), Profesor de Física de la Universidad de Viena, que llamó “dogma” a la existencia de los átomos…
Arriba: la oleada ovni de Bariloche registrada en 2007, anticipada por nosotros a través de mensajes telepáticos y reportada por la prensa local, es un evento fuera de las confusiones. En la foto se puede apreciar, con claridad, un objeto tubular que nada tiene que ver con insectos, aves o aviones.
Arriba: secuencia de dos fotos de un objeto con apariencia de "boomerang", fotografiado por Ricardo González en Sierra de la Ventana (2012). El objeto apareció en el marco de un contacto telepático previo, con doce testigos. Volaba bajo, sin emitir ruido y, como se puede ver en las imágenes, cambió de posición en el cielo durante su movimiento. Pudo ser apuntado con un láser.
Arriba: un objeto anómalo es captado cerca al cerro Uritorco (diciembre 2016). Seis testigos, entre ellos el autor de este artículo. Se movía flotando sobre la ladera del cerro y luego desapareció. Era una luz amarilla-naranja consistente. Descartado un drone.